La sucesión adelantada sigue su curso sin variar el rumbo de colisión. El gobernador Miguel Riquelme cuida día y noche a su delfín Manolo Jiménez. Fuera del diputado federal Jericó Abramo, en el PRI todo el mundo acogió la línea sin chistar. El favorito del proyecto transexenal no tiene competidor a la vista, y la fotografía con Jericó le quita un peso de encima. La candidatura de Morena se la disputan el senador Armando Guadiana, el exdiputado federal panista Luis Fernando Salazar y el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía. Resuelto Estado de México por Delfina Gómez, cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, la decisión en Coahuila se pospuso para octubre por razones obvias.
Jiménez es el político más protegido y con mayor exposición mediática después del gobernador. Desde la Secretaría de Desarrollo Social maneja la estructura electoral y la relación con los grupos económicos y sociales del estado. El objetivo no es otro que ganar las elecciones del 4 de junio de 2023 a toda costa, pues la candidatura ya la tiene como en la bolsa. Para reducir el handicap, Mejía, Guadiana y Salazar promueven su imagen por los medios a su alcance, pero quien más gasta en redes sociales es el expanista. Mejía prefiere los espectaculares.
El carácter bufo y la retórica vacua y desgastada de Guadiana no lo favorecen («El estilo es el hombre», recuerda el periodista español Javier Pérez Arroyo). Mejía aprovecha los fines de semana para asistir a comidas y reunirse con empresarios, alcaldes y diputados de Morena, disidentes del SNTE y otros gremios de raíz priista. Si Riquelme cobija a Jiménez, el presidente López Obrador hace lo mismo con Mejía, encargado de la sección «Cero Impunidad» en las mañaneras de los jueves. Antes de su encuentro con Manolo, Abramo ya había moderado su discurso. Dejó de hablar de sus aspiraciones —sin renunciar a ellas— y de acusar a la cúpula de antidemocrática. Sus últimos mensajes en redes sociales fueron para informar de su trabajo —«serio, honesto y responsable en favor de Coahuila y de su gente»— en la Cámara Baja.
Con la nominación de la secretaria de Educación Pública en Estado de México, Morena queda en libertad de postular a un hombre en Coahuila de acuerdo con la norma constitucional en materia de paridad de género y los acuerdos del Instituto Nacional Electoral (INE) para garantizarla. El líder del PAN, Marko Cortés, anunció el 5 de agosto que el exalcalde de Huixquilucan, Enrique Vargas, será su candidato en Edomex. También lo sería del PRI y el PRD, bajo el paraguas de la alianza «Va por México», al no contar con un aspirante varón competitivo.
La circunstancia complica la sucesión local. Si en Edomex la coalición se decanta por Vargas, como lo exige Marko Cortés, lider del PAN, en Coahuila tendría que candidatear a una mujer. El problema es que ninguna de las tres formaciones del bloque dispone de figuras femeninas capaces de ganar unas elecciones altamente competidas. La salida para no arriesgar la postulación de Jiménez consiste en que el PRI nomine en Edomex a una mujer fuera de la alianza. Coahuila y Estado de México son las únicas entidades donde jamás ha habido alternancia.
En caso de que el PRI y el PRD acepten la candidatura de Vargas para no romper el frente opositor, y junto con el PAN también postulen a Jiménez, el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tomarían cartas. El compromiso de ambas instituciones con la paridad de género es inapelable. El PRI no estaba preparado para un escenario así, pues rompe los esquemas de una sucesión pactada.