A punto de cumplir 80 años el próximo 12 de noviembre y celebrar 60 años de carrera, la pintora y escultora mexicana Carmen Parra reflexiona sobre su vida y obra. Definiéndose como una «loca furiosa» que ha tenido la fortuna de vivir de su arte, Parra ha mantenido su libertad creativa lejos de las galerías comerciales, las cuales considera limitantes. Aunque en sus inicios colaboró con las galerías Arvil y Lourdes Chumacero, la artista ha preferido trabajar de manera independiente.
Además de ser pintora y escultora, Parra es antropóloga, escenógrafa y música, con estudios de piano y flauta. Relata que, durante una estancia en Inglaterra, el famoso artista contemporáneo Damien Hirst la introdujo al mundo del arte comercial, el cual considera alejado de la realidad mexicana y latinoamericana. Aunque encontró interesante esa experiencia, Parra afirma que prefiere vivir alejada de ese «delirio del éxito y el dinero».
Carmen Parra ha vivido durante más de tres décadas en un pueblo cercano a Zihuatanejo, Guerrero, donde pasó varios años como vecina de Hirst. A lo largo de su carrera, Parra ha destacado por sus obras enfocadas en el patrimonio cultural y natural de México, especialmente en temas novohispanos. Su rebeldía y su decisión de no pertenecer a grupos artísticos la han llevado a trabajar de forma independiente, lo que, según afirma, ha tenido un costo, siendo el mayor de ellos su libertad.
Actualmente, Parra se encuentra trabajando en un mural para la Fundación del Conde de la Valenciana, además de continuar con sus pinturas de ángeles y mariposas monarca. Asimismo, está inmersa en una serie de esculturas de cocodrilos y tortugas, con las que busca concientizar a las personas sobre la protección de estos animales en su comunidad turística.
La artista recuerda cómo su padre, el arquitecto Manuel Parra, influyó en su interés por el patrimonio cultural mexicano, llevándola a visitar altares barrocos, iglesias y comunidades indígenas desde su infancia. Parra se considera un eslabón entre los grandes muralistas de la Escuela Mexicana de Pintura y los movimientos artísticos del siglo XX, dedicando su obra a explorar la riqueza del arte virreinal y colonial de México.
A lo largo de su vida, Carmen Parra ha sido testigo y partícipe de importantes eventos culturales y sociales. Su experiencia incluye estudios en Roma y Londres, su participación en el movimiento estudiantil de 1968, su matrimonio con el artista Alberto Gironella, y su convivencia con figuras como Carlos Fuentes, Juan Soriano y Francisco Toledo. Además, fue cofundadora de La Jornada en 1984.
Parra se siente dichosa de haber conocido a grandes maestros, como Manuel Álvarez Bravo y Fernando Benítez, quienes influyeron profundamente en su trabajo. Su compromiso con el arte va más allá de la creación estética, pues considera que el arte debe tener una responsabilidad social. Para ella, su obra es una reflexión sobre las raíces culturales de México, un intento por rescatar el patrimonio virreinal y natural del país, y un llamado a que el conocimiento de esas raíces es esencial para avanzar.
A sus 80 años, Carmen Parra continúa siendo una voz rebelde en el arte mexicano, trabajando con una energía que parece inagotable y con una visión profundamente comprometida con la cultura y la naturaleza de México.