Estados vuelven al redil
En medio de las turbulencias causadas por el despegue del Gobierno de Donald Trump, la aliada de los gobernadores es Claudia Sheinbaum. El carácter y templanza de la presidenta para afrontar la tempestad genera confianza en los sectores político, financiero y empresarial. La relación con la Casa Blanca es espinosa y debe manejarse con pinzas. Cualquier movimiento en falso puede ocasionar represalias inmediatas de una administración resuelta a demostrar su poderío. Las consecuencias parecen no importar, así afecte los intereses de Estados Unidos y el bienestar de los estratos pobres donde Trump obtuvo un importante caudal de votos.
La ola deportaciones y la aplicación de aranceles [desaprobada por el 55% de los estadounidenses (Reuters/Ipsos)], por ahora pospuesta, tendrán efectos negativos para nuestro país. Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Zacatecas, principales expulsores de migrantes, serán los primeros afectados. El impacto sería mayor en los estados donde la industria automotriz se concentra y aporta más PIB (Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Guanajuato, Querétaro, Estado de México, Puebla, Tamaulipas, San Luis Potosí y Aguascalientes). Sin la concurrencia de la Federación, las entidades no pueden afrontar la situación. Las repatriaciones masivas y el desempleo generarán presiones adicionales. Para afrontar la situación y proteger las finanzas públicas, el país dispone de 100 mil millones de pesos, declaró la presidenta Sheinbaum.
El 21 de enero, tras la investidura de Trump, la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) cerró filas con la jefa de Estado y de Gobierno. «México es un país libre, independiente y soberano. A lo largo de su historia, ha demostrado su capacidad de salir adelante frente a cualquier adversidad. Nuestra fortaleza radica en la unidad, el esfuerzo y el espíritu inquebrantable de (…) los mexicanos, que siempre encuentran la manera de superar los retos y construir un futuro mejor». En el mismo desplegado, los 32 ejecutivos estatales expresan un categórico rechazo a «cualquier intento de injerencia externa que vulnere nuestra soberanía nacional. En defensa de nuestra independencia y autodeterminación, hacemos un llamado a respetar los principios de no intervención y respeto mutuo entre las naciones».
Frente a las imputaciones del Gobierno estadounidense para justificar el endurecimiento de las políticas comerciales, los gobernadores publicaron el 1 de febrero otro comunicado para respaldar, en un tono firme, la postura de Sheinbaum. «Condenamos enérgicamente las acusaciones que sugieren nexos entre nuestro Gobierno y los cárteles del narcotráfico. Estas afirmaciones no sólo carecen de sustento, sino que ignoran los esfuerzos contundentes y verificables que México ha realizado para combatir al crimen organizado». La Conago advierte que bajo el liderazgo presidencial, «el país ha intensificado las acciones contra el narcotráfico mediante operativos estratégicos, la captura de líderes criminales y el fortalecimiento de la cooperación internacional en materia de seguridad».
El discurso de los gobernadores los compromete, pero no los vacuna contra investigaciones. «Los hechos demuestran que el Gobierno de México ha asumido con responsabilidad su papel en la lucha contra el crimen organizado, reforzando el Estado de derecho y protegiendo a la ciudadanía». La Conago subraya la necesidad de «reconocer que el problema del narcotráfico es binacional», y entonces presenta la otra cara de la moneda: «La demanda de fentanilo y otras drogas que alimenta a los carteles se origina en Estados Unidos de América, igual que el tráfico ilegal de armas de alto poder que fortalece a estos grupos en México». Sobre la supuesta liga del Gobierno con las organizaciones criminales, la presidenta reviró: «Si en algún lugar existe tal alianza es en las armerías de Estados Unidos».
Con respecto al aumento de tarifas, en paréntesis hasta el mes próximo, los gobernadores previenen del efecto bumerán: «(…) no solo perjudica a nuestra economía, sino que también afecta gravemente a Estados Unidos de América, dañando a trabajadores y empresas de ambos países, interrumpiendo cadenas de suministro esenciales y poniendo en riesgo la competitividad de América del Norte». La misma preocupación comparten en EE. UU. el Congreso, empresarios, políticos y estados como Arizona y Texas.
La pausa arancelaria, anunciada el 3 de febrero, detuvo por ahora la caída sobre México de la espada de Damocles. La Conago respiró junto con el país. «El diálogo y la cooperación son la mejor vía para fortalecer la relación bilateral y construir mejores escenarios (…) los acuerdos alcanzados por la presidenta Claudia Sheinbaum (…) refuerzan la estabilidad, la prosperidad y la seguridad en América del Norte», apuntan los gobernadores. Es pronto para echar las campanas al vuelo. Sin embargo, si el tráfico de drogas y el flujo migratorio disminuyen, la historia podría cambiar. Pero con un veleta como Trump, nunca se sabe.