Los engranajes del poder
Si una golondrina no hace verano, los ocho gobernadores de oposición en funciones tampoco podrán hacerla. La Alianza Federalista (AF) intentó en 2019 adelantar el otoño del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero la ola de Morena la arrolló en las elecciones intermedias de 2021. La AF reivindicaba en público la potestad tributaria de los estados (un nuevo pacto fiscal), pero el propósito de fondo era político: recuperar el control del Congreso, acotar el poder de AMLO en el final de su Gobierno, proyectar nuevos liderazgos y promover para la sucesión presidencial de 2024 a uno de los suyos.
Los 10 gobernadores de la AF, la mayoría de Acción Nacional, actuaron en paralelo con la alianza Va por México (PRI-PAN-PRD), apadrinada por los grupos de presión. Sin embargo, los resultados estuvieron por debajo de unas expectativas infladas. La falta de representación política (dos de cada tres estados permanecieron en la Conferencia Nacional de Gobernadores) y social (los partidos cerraron las puestas a la participación ciudadana) limitó el avance. El frente opositor ganó apenas una treintena de escaños más, pero Morena y sus aliados (PT y Verde) conservaron la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
El fracaso de Va por México en los estados fue peor todavía, pues Morena obtuvo 12 gubernaturas de 15 en disputa. La tendencia se mantuvo en 2022, cuando Campeche, Hidalgo, Oaxaca y Tamaulipas también se pintaron de guinda. La disolución de la Alianza Federalista, que nunca pasó de la retórica y de los amagos de abandonar el pacto federal, desveló el oportunismo político de sus integrantes. Cuando la Conago (Confederación Nacional de Gobernadores) reanudó actividades, la 4T ocupaba ya la mayoría de los asientos, hoy distribuidos así: Morena, 24; Acción Nacional, cuatro; Movimiento Ciudadano, dos; y PRI, dos.
Después de la transición encabezada por AMLO, quien empezó el sexenio con cinco gobernadores de su movimiento (Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz), la estructura política del país cambió y el poder se concentró en Morena. Con mayoría en el Congreso General, en los estados y en las legislaturas locales, la coalición Morena-PT-Verde domina el escenario con holgura. En ese contexto, y sin otra opción, los gobernadores de las demás corrientes políticas tendieron puentes con la presidenta Claudia Sheinbaum.
«Hemos sido testigos de su capacidad para gobernar con honestidad, sensibilidad y justicia social. Las acciones emprendidas en este periodo han tenido un impacto positivo e inmediato en favor de las mujeres, las familias, la
juventud y los sectores más vulnerables». Con ese mensaje, cuya cortesanía evoca los tiempos de la presidencia imperial, la Conago saludó el 8 de enero a Sheinbaum al cumplirse los 100 primeros días de su administración. Los gobernadores de oposición le regatearon méritos a AMLO e incluso trataron de boicotear algunas de sus iniciativas; hoy, en minoría y urgidos de apoyo federal, han dejado de jugar con fuego.
En el mismo tono adulador y sin reparos, los ejecutivos locales, presididos por Marina Ávila Olmeda, de Baja California, apoyan los cambios impulsados por la presidenta, atacadas antes por los de oposición. «En este breve pero significativo tiempo, su administración ha alcanzado logros de gran trascendencia, como la aprobación de reformas constitucionales (…) que demuestran no solo su capacidad de diálogo y negociación, sino también la madurez de nuestra democracia participativa. México es hoy ejemplo de cómo se puede construir un proyecto de nación basado en la justicia, la inclusión y la sostenibilidad». Los engranajes del presidencialismo han vuelto a funcionar, pero ahora al ritmo de la 4T.