El voto de la memoria
Morena cumplió las condiciones para consolidar el proyecto de la 4T y el cambio de régimen: preservar la presidencia con alguien confiable y capaz de conducir al país con firmeza sin ser eclipsado por Andrés Manuel López Obrador, fundador del movimiento que domina la escena política. Claudia Sheinbaum necesitó solo seis meses para afianzar su liderazgo. Si AMLO afrontó a un Donald Trump «moderado», Sheinbaum lidia con un extremista que trae al mundo de cabeza y ha colocado a Estados Unidos al borde del abismo. Sin embargo, el Gobierno de la primera presidenta apenas empieza y está sujeto a imponderables.
Sheinbaum no ha negado a AMLO ni lo hará. El expresidente está fuera de la política, pues su ciclo terminó; en todo caso, su influencia es moral. El tabasqueño unificó a la izquierda independiente (en 2012 el PRD ya se había alineado con Peña Nieto). El paso siguiente consistió en formar un partido que, sin contar con recursos, posiciones políticas (gubernaturas, alcaldías) y sin mayor presencia en el Congreso, ganó la presidencia cuatro años después de haber obtenido su registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE). Los yerros de la administración obradorista, graves en materia de seguridad, salud y falta de crecimiento económico, fueron atenuados por el carisma del caudillo y el fracaso de los gobiernos precedentes.
AMLO polarizó y dejó muchos agravios en el camino. Empero, la única manera de retomar el control del país, gobernado 76 años por el PRI y 12 por el PAN, al cabo de los cuales fundieron sus siglas (PRIAN), era afrontar a los poderes fácticos. Los corporaciones nacionales y las transnacionales, apoyadas por los medios de comunicación conservadores, aumentaron su fuerza en detrimento del Estado. AMLO declaró en su discurso inaugural que la separación del poder político y económico era crucial para la transformación: «El Gobierno ya no será un simple facilitador para el saqueo… (ni) un comité al servicio de una minoría rapaz». Culpó al modelo económico neoliberal del fracaso del país y «de la más inmunda corrupción pública y privada».
¿Cómo medir el grado de satisfacción o insatisfacción ciudadana con respecto al Gobierno de AMLO? Muchos piensan que rescató al país; otros, que lo entregó peor de como lo recibió. La última encuesta de W Radio, Enkoll y El País sobre el sexenio obradorista arrojó una aprobación del 77% y un rechazo del 23%. El apoyo de las mujeres (78%) superó al de los hombres por dos puntos. Por rango de edad, el 87% de los adultos mayores lo aprobaron, así como el 81% de las personas de 25 a 34 años y el 79% de los jóvenes de 18 a 24. El respaldo de Morena era obvio (90%). Pero ¿cómo explicar el 76% de quienes se dijeron afines al PAN?
En términos electorales, los 36 millones de votos que le permitieron ganar la presidencia a Claudia Sheinbaum hablan por sí mismos. El resultado obedece a varios factores. Destacan: los programas sociales, la percepción sobre AMLO y su Gobierno (calificado con 8.2 puntos en una escala del 1 al 10) y los atributos de Sheinbaum. La memoria también hizo su parte. Para la mayoría de los encuestados (68%), el mejor presidente ha sido AMLO; y Peña Nieto, el peor, seguido por Felipe Calderón y Ernesto Zedillo. Retirado de la política, López Obrador vive en su quinta de Palenque, Chiapas, lejos de los reflectores, pero no de la polémica. AMLO logró su propósito: sepultar el sistema donde se formó.