Movimiento feminista
Entre las marchas por el Día Internacional de la Mujer de 2024 y las del pasado 8 de marzo han sucedido en nuestro país cosas importantes, relacionadas con el movimiento feminista. La conmemoración data de 1911. Empezó en Alemania, Dinamarca y otras naciones de Europa a fin de defender los derechos de las trabajadoras. Con el tiempo las demandas se ampliaron a la mayoría de las esferas. Las manifestaciones en México adquirieron fuerza y relevancia conforme el sistema se abrió y la democracia logró instalarse. El modelo económico generó mayor violencia, en particular contra la mujer, cuya voz se escucha ya en todos los rincones de la república y en las oficinas gubernamentales, deshabituadas a atender el clamor popular.
El movimiento feminista es sólido porque ha logrado mantenerse al margen de los partidos, proclives al oportunismo, pero reacios al compromiso. El narcotráfico disparó las agresiones contra las mujeres. El feminicidio, las desapariciones forzadas y la violencia de género se dispararon en las últimos décadas. Frente a la insuficiencia de presupuesto y la indolencia de las autoridades, la búsqueda de desaparecidos es por cuenta y riesgo de sus familias. En el trayecto se han descubierto fosas clandestinas.
Las marchas feministas pacíficas han ganado apoyo social. Ver desfilar a madres e hijas con carteles, globos y otros símbolos de paz y de protesta; escuchar sus cantos y proclamas anticipa un México más libre y participativo. Concienciar de los problemas del país, los cuales afectan sobre todo a las mujeres, dará por resultado una sociedad más cohesionada y fuerte frente a los gobiernos de todos los signos y banderas. La mujer dejó de conformarse con paliativos o discursos para endulzare el oído.
Los fenómenos sociales y políticos no se gestan solos. Se necesitan fuerza y voluntad para hacerlos posible. México tiene por primera vez en la presidencia a una mujer, y en las gubernaturas está por alcanzarse la paridad de género (la relación actual es de 40-60), algo impensable hasta hace poco. El gabinete, el Congreso federal y las legislatura locales son paritarios. La política interna, los programas de bienestar y el combate a la corrupción están al frente de mujeres. Sin embargo, si esa influencia no se traduce en acciones y resultados concretos y tangibles, de poco servirá.
Es preciso superar rezagos, reconocer y premiar la centralidad de la mujer no solo en la administración y los poderes públicos, sino también en los ámbitos universitario, laboral y familiar. Erradicar el acoso, la discriminación y otras conductas abusivas requiere aplicar la ley con puntualidad y rigor sin
excepciones. Pues de lo contrario el país seguirá atrapado en el círculo vicioso de la simulación. En este sentido, las mujeres en puestos públicos y electivos deben incorporar cuanto a sus agendas las exigencias feministas.
Las dudas sobre si Claudia Sheinbaum estaría a la altura del reto y la responsabilidad se han disipado. El ejemplo de cómo la mujer es apta y está preparada para afrontar los mayores desafíos, es un acicate para todas. Tratar con un presidente veleidoso y carente de oficio político, como Donald Trump, exige templanza y conocimiento del mundo. La presidenta, quien, en sus tiempos de activista estudiantil, demandó en un mitin celebrado en California, «comercio justo y democracia» para nuestro país, defiende hoy, como jefa de Estado y de Gobierno, esos mismos valores.