El gobernador Manolo Jiménez podría adoptar como lema de cabecera la máxima del filósofo español José Ortega y Gasset según la cual «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». El ejecutivo local libró su primer año al frente de la administración. Coahuila mantiene un crecimiento sostenido y es una de las entidades más seguras del país. Jiménez presentó en el informe del 30 de noviembre un estado en armonía y sin conflictos mayores. Distinto al de sus predecesores inmediatos por el endeudamiento y la crisis poselectoral de 2017. El contexto político nacional tampoco es el mismo. En 2011 el país lo presidía Felipe Calderón; y en 2017, Peña Nieto.
La decisión de Miguel Riquelme de enfrentarse al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no le aportó nada al estado; ni a él, en términos de proyección política. Jiménez ha optado por el acercamiento y la colaboración con Claudia Sheinbaum. Sin apoyo federal, Coahuila no podrá afrontar los desafíos presentes y futuros. En ese marco, la visita relámpago de la presidenta al estado vistió el informe del gobernador. La jefa de Estado se reunió en San Juan de Sabinas con familiares de los 63 mineros muertos en la explosión de Pasta de Conchos (2006) y de los 10 que perdieron la vida en el derrumbe de la mina El Pinabete (2022).
Jiménez invitó a la presidenta al informe, pero en su lugar acudió el director de la Comisión Nacional del Agua, Efraín Morales López. Representación lógica, pues una de las obras más importantes del Gobierno federal lo comparten Coahuila y Durango. El Programa Agua Saludable para La Laguna, cuya inversión ronda los 15 mil millones de pesos, abastecerá de líquido libre de arsénico a más de 1.6 millones de habitantes. El proyecto más importante de la 4T para el noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), en la administración de Sheinbaum, es por ahora el tren de pasajeros Ciudad de México-Nuevo Laredo.
Otra circunstancia con la cual Jiménez lidiará en su sexenio es la deuda, cuyo monto ronda los 38 mil millones de pesos. Él no la contrajo, pero debe destinar el 10 por ciento del presupuesto al pago de intereses y de capital. El Gobierno hace lo que puede con lo que tiene. La mayoría lo entiende así, y lo acepta. La deuda condenó al estado a casi a 40 años de sacrificios, los 13 ya transcurridos y los 25 restantes para su amortización. Pues las limitaciones financieras impiden ejecutar obras que la sociedad demanda y todo gobernador desearía emprender para trascender.
Tampoco se puede culpar a Jiménez de la precaria oposición política —si caso todavía existe— ni de la crisis de liderazgo en los partidos y en otros ámbitos; en todo caso, la capitaliza. Aun así debe tenerse en cuenta la sentencia del primer ministro inglés Benjamin Disraeli, en el sentido de que «Ningún gobierno puede mantenerse sólido mucho tiempo sin una oposición temible». Jiménez tiene a su favor haber ganado con una votación abrumadora, lo cual lo legitima, y contar con el apoyo de sectores clave. En este primer año no se registraron escándalos ni conflictos, y de la relación con la presidenta Sheinbaum podrían derivarse cosas buenas para Coahuila. La nota discordante en el informe la dio el megalómano que les puso grilletes a las finanzas del estado. La reacción de la ciudadanía en las redes sociales fue implacable. El «moreirazo», el abuso de poder y las masacres acabaron con el mito fabricado con recursos del erario.