La presidencia de Claudia Sheinbaum será de por sí un hito, pero que una mujer despache al mismo tiempo en la Oficina Oval de la Casa Blanca cambiaría la historia. Kamala Harris diluyó el furor por el atentado contra Donald Trump, el 13 de julio en Pensilvania, el cual, aún con Joe Biden en la carrera presidencial, parecía haberlo catapultado de nuevo al pináculo del poder. El entusiasmo está hoy del lado del Partido Demócrata y no del Republicano. La vicepresidenta aventaja por cinco puntos a Trump en la intención de voto (50-45%), según la encuesta de ABC/News/Washington Post/Ipsos difundida el 18 de agosto. En estados clave como Wisconsin, Pensilvania y Michigan, Harris está por encima de su rival; y en otros, igualmente decisivos, lo empata.
Sheinbaum y Harris representan a partidos de ideología socialdemócrata y posición de izquierda y centroizquierda, respectivamente. Si la exfiscal de California triunfa en las elecciones del 5 de noviembre podría ocurrir un mayor entendimiento entre Estados Unidos y México. Trump ahondaría las tensiones y los conflictos en temas sensibles como la migración, el narcotráfico y el comercio. El ánimo de los estadounidenses, en particular de las minorías raciales, cambió con Harris. El candidato republicano es percibido como una amenaza para la democracia, no solo de su país, sino del mundo. Cuando la ética y la moral guiaban la política de EE. UU., un aspirante como Trump era impensable.
Harris concilió a las distintas corrientes del Partido Demócrata, antes dispersas. Cuenta con el apoyo de figuras relevantes de izquierda como el senador Bernie Sanders (exmiembro de la Liga Socialista de la Juventud y alcalde de Burlington en los años ochenta), quien disputó a Hillary Clinton y a Joe Biden la nominación para las elecciones de 2016 y 2020. La compañía de Bill Clinton y Barack Obama, dos de los presidentes más populares, puede ser fundamental. Obama tardó en pronunciarse, pues su esposa Michelle era una de las cartas fuertes para relevar a Biden en la candidatura, pero una vez definido el panorama, llamó a la acción.
La moral entre los simpatizantes de la exsenadora está por todo lo alto, mientras la del bando republicano empieza a flaquear. Harris eligió mejor a su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, que Trump al suyo, JD Vance, cuyo paso de detractor a panegirista del magnate inmobiliario es mal visto por la opinión pública. El próximo debate entre los presidenciables puede ser crucial. El 27 de junio Trump tuvo siempre a Biden contra las cuerdas, y a la postre lo obligó a abandonar la contienda. Sin embargo, el 10 de septiembre las cosas serán diferentes. El viento sopla a favor de Harris, cuyo desafío consiste en colocarse por encima de Trump y demostrar que sus propuestas son las más convenientes para Estados Unidos. De paso podría vengar a Hillary Clinton y la legión de mujeres víctimas de la iracundia, la mendacidad y la insolencia del expresidente.
«Cuando un muro cae para una de nosotras, cae para todas, porque despeja el camino para el resto», declaró Clinton en la Convención Nacional del Partido Demócrata. «Me gustaría que mi madre y la madre de Kamala nos pudieran ver», añoró la secretaria de Estado que hizo salir de sus casillas al presidente ruso Vladimir Putin. Alexandria Ocasio-Cortez, uno de los rostros jóvenes de los demócratas, identificada con Bernie Sanders, y también objeto de racismo y misoginia, denunció la agresión de los republicanos desde su elección como miembro de la Cámara de Representantes en 2019. Cuando le recuerdan su pasado como empleada de un bar y de una taquería, con el fin de herir su dignidad, replica: «(Volvería) feliz, porque no tiene nada de malo trabajar para ganarse la vida». La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, retrata a Trump en doce palabras: «(…) abusa de las mujeres, presume de ello y les quita sus derechos. En NY estamos hartos de eso. Por eso huyó a Mar-A-Lago. Perdónanos, Florida» (Reforma, 20.08.24).
Sheinbaum y Kamala harían sin duda una buena mancuerna.