La respuesta de cada persona a los efectos del ejercicio es muy variable. Por eso, es muy importante personalizarlos
Si no puede elegir el momento del día en el que hace ejercicio físico debido a sus condicionantes familiares, sociales o laborales, no se preocupe: simplemente haga ejercicio cuándo pueda, y no olvide que cada paso cuenta. Hacer algo es siempre mejor que no hacer nada, y más (de forma controlada) es mejor que menos.
Los beneficios del ejercicio sobre la salud son múltiples, y la ciencia nos muestra prácticamente cada semana nuevos descubrimientos acerca de sus bondades. De hecho, cada vez más sociedades científicas consideran al ejercicio como una verdadera medicina por sus efectos positivos en la gran mayoría de órganos y sistemas, y por su impacto tanto en la prevención como el tratamiento de la mayoría de enfermedades crónicas no transmisibles del siglo XXI. Sin embargo, se ha observado que la respuesta de cada persona a los efectos del ejercicio es muy variable, y hay personas que viven unos cambios muy grandes tras pocas sesiones o semanas de entrenamiento, mientras que otras no responden tanto al ejercicio. Existe, por tanto, una necesidad de individualizar la dosis de ejercicio a las características de cada persona para maximizar sus beneficios.
Los resultados de las investigaciones recientes han puesto de manifiesto que los efectos del ejercicio podrían ser mayores dependiendo del momento del día en el que se hace. Tradicionalmente, se ha pensado que hacer ejercicio por la mañana y en ayunas favorecía la pérdida de peso, lo que contrasta con los resultados científicos más recientes que indican que la capacidad para quemar grasa durante el ejercicio parece ser mayor cuándo este se hace por la tarde, especialmente en hombres. Además, se ha mostrado que hacer ejercicio por la tarde podría mejorar el control de la glucosa o la presión arterial en personas con obesidad, diabetes tipo 2, en personas con hipertensión o en aquellas que tienen síndrome metabólico. Los resultados de un estudio del biobanco del Reino Unido que incluyó a más de 90.000 personas con un seguimiento medio de 7 años muestra que la intensidad puede ser un factor clave, y sugiere que las personas que más actividad física de intensidad moderada/vigorosa hacen entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde presentan un menor riesgo de mortalidad por todas las causas y de enfermedad cardiovascular comparados con aquellas personas que hacen la mayor parte de su actividad entre las 5 y las 11 de la mañana. La buena noticia es que este estudio también muestra, de forma inequívoca, que hacer actividad física de intensidad moderada/vigorosa en cualquier momento del día se asocia con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, enfermedad cardiovascular y cáncer comparado con no hacer nada. Por otro lado, los resultados de un estudio del mismo biobanco del Reino Unido indican que la actividad física que se realiza como parte de la vida diaria principalmente por la mañana se asocia a un menor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
Por lo tanto, todavía no hay evidencia científica concluyente sobre el momento óptimo para hacer ejercicio.