Publicar libros sobre presidentes, primeros ministros y líderes políticos —antes, durante y después de sus gestiones— es una práctica común en cualquier democracia y en los países donde la libertad de expresión se ejerce sin cortapisas y no para agradar a los poderosos. El impacto depende de la seriedad de cada obra, de la trayectoria y el prestigio de sus autores, así como de los premios que obtiene. Los hay basados en investigaciones periodísticas (el escándalo Watergate, de Carl Bernstein y Bob Woodward) que provocaron tormentas políticas, sacudieron el mundo y contribuyeron a la dimisión de un presidente tan poderoso como Richard Nixon.
Unos libros son bombas; otros, petardos. El de Bernstein y Woodward (Todos los hombres del presidente, 1974), ganadores del Premio Pulitzer (el segundo un par de veces), fue llevado a las pantallas bajo el mismo nombre. Robert Redford interpretó a Woodward y Dustin Hoffman, a Bernstein. La película ganó cuatro Premios Oscar (1977) en las categorías de mejor actor secundario (Jason Robards, quien caracterizó a Benjamin Bradlee, editor de The Washington Post), mejor dirección de arte, mejor sonido y mejor guion.
En México la alternancia favoreció la publicación de libros sobre las élites políticas y la corrupción gubernamental. País de caciques todavía, el líder petrolero Joaquín Hernández Galicia cayó en desgracia por apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones presidenciales de 1988. Según otras versiones, la persecución contra la Quina fue por haber financiado el libro ¿Un asesino en palacio?, según el cual Carlos —entonces candidato del PRI—, su hermano Raúl y un amigo (Rodolfo Zapata) «fusilaron» con un rifle calibre 22 a una empleada doméstica cuando eran niños. Excélsior publicó la noticia en primera página con este título: «Jugando a la Guerra Tres Niñitos “fusilaron” a una sirvienta». La empleada también era niña (12 años), era indígena y se llamaba Manuela.
Para conservar el poder, la «dictadura perfecta» debía someter a los medios de comunicación por las buenas o por las malas. El sistema colapsó por el surgimiento de movimientos sociales, voces críticas y una prensa independiente. En el clima de libertad propiciado por la alternancia se han publicado libros de Rafael Segovia (La política como espectáculo. El sexenio de Vicente Fox), Raúl Olmos (Fox: Negocios a la sombrea del poder), Olga Wornat (Felipe, el oscuro), Julio Scherer (Calderón de cuerpo entero), Alfonso Zárate (El país de un solo hombre. AMLO y el futuro crítico de México) y José Antonio Crespo (AMLO en la balanza: De la esperanza a la incertidumbre), entre muchos otros autores.
Hay libros cuyo efecto es demoledor y pueden sepultar a un jefe de Estado en sus primeros años. Un ejemplo es La casa blanca de Peña Nieto. La historia que cimbró un Gobierno, basado en una investigación del equipo de Carmen Aristegui para MVS Radio sobre la mansión adquirida en siete millones de dólares a un contratista amigo del presidente. Los periodistas Daniel Lizárraga, Rafael Cabrera, Irving Huerta, Sebastián Barragán y la titular del programa fueron despedidos, pero ganaron el Premio Gabriel García Márquez (2015), el Nacional de Periodismo (el mismo año) y el de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas.
Contra López Obrador se han publicado infinidad de libros. Entre ellos La casa gris, de Raúl Olmos, sobre una residencia arrendada en Estados Unidos por uno de los hijos del presidente y su esposa, y más recientemente El Rey del cash, de Elena Chávez. Ninguno ha logrado todavía destruir el teflón del presidente.