La capital alemana ha hecho del “libre de barreras” su lema oficioso. El transporte, las aceras y espacios como museos o bibliotecas son ejemplos de accesibilidad
Anas Alhakim se mueve por Berlín con una ligereza pasmosa. Cuando circula con su silla de ruedas por la acera o cruza una calle, tira de brazos para impulsarse y alcanzar velocidades que hacen difícil seguirle el ritmo. Él mismo lo advierte con una sonrisa: “Os aviso, voy rápido, no os quedéis atrás”. Si de lo que se trata es de tomar un autobús o un metro, este ingeniero de software de 31 años se conoce la localización de las paradas, dónde están los ascensores, cómo cambiar de línea.