La alimentación saludable basada en la dieta mediterránea y la práctica de ejercicio físico frecuente son los dos aliados de la salud cardiovascular más conocidos entre la población general. Pero además, hay otro factor que también puede ayudarnos a proteger el corazón: el bienestar emocional.
Según los expertos, cuidar la salud emocional es básico para mantener una buena salud cardiaca. De hecho, tener una actitud positiva reduce el riesgo de infarto. La razón de ese papel protector del optimismo puede explicarse a través de tres mecanismos: por un lado, influye en la promoción de hábitos de vida saludables como no fumar, hacer ejercicio físico, dormir bien o alimentarse de forma adecuada; por otro, facilita el mantenimiento y desarrollo de otros factores sociales que han demostrado ser cardioprotectores, como el apoyo familiar y social; y además, influye directamente sobre algunos procesos biológicos de forma positiva, como el funcionamiento del sistema inmune.
Por el contrario, no prestar atención al bienestar emocional puede pasar factura a la salud cardiovascular. Uno de los principales enemigos de la salud emocional son los altos niveles de estrés, un factor de riesgo que está muy presente en la población.
Además, este puede verse agravado por otros factores como la depresión y multiplicar las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular. Es una de las razones de que la American Heart Association recomiende que la depresión sea reconocida como factor de riesgo cardiovascular, ya que en los pacientes con infarto de miocardio la depresión es tres veces más frecuente que en la población general.