La aeronave, fabricada en China, se encuadra dentro de las de quinta generación para no ser detectada ante los radares enemigos.
Entrar en el exclusivo club de países con cazas de quinta generación no es nada fácil. China fue el segundo tan solo por detrás de Estados Unidos y el ejército comandado por Xi Jinping no ha dudado en movilizarlos en las maniobras militares que está realizando alrededor de Taiwán. Este tipo de aeronaves —de las que México no tiene ninguna— lideran los ataques y defensas aéreos con tecnología tan puntera que en muchas ocasiones es secreta.
La versión pekinesa de quinta generación la protagoniza el Chengdu J-20, apodado Dragón Poderoso. Con una apariencia que bien podría recordar al Eurofighter Typhoon, rivaliza directamente con los cazas F-22 estadounidenses como aeronaves de superioridad aérea con una amplísima carta de sistemas de guerra electrónica y convencional.
Aunque el aspecto más importante del caza chino es su propiedad furtiva que le permite pasar desapercibido ante los sensores y radares enemigos. Esto lo convierte en un arma mucho más letal que otras aeronaves más fuertemente armadas pero fácilmente identificables y rastreables. Es, además, una condición indispensable para considerarse como un caza de quinta generación que actualmente tan solo está presente en los F-22 y F-35 estadounidenses, en el J-20 chino y el Su-57 ruso.