Alejandro Moreno lleva al PRI al desastre. El actual líder del tricolor se convirtió en el peor enemigo del tricolor, en su larga historia. Ya demostró que es incapaz de construir proyectos estatales ganadores y mucho menos podrá aportar algo para la elección presidencial del 2024. Ya ha perdido más de 20 elecciones en fila en un par de años.
El tiempo se le agota, su período termina en agosto del año próximo. Sus últimas elecciones importantes son Coahuila y el Estado de México. Diversas versiones señalan que no abandonará el cargo y, que por el contrario, intentará aparecer como candidato presidencial de su partido. Suena a disparate, pero él mismo ya lo anunció.
Él sabe a la perfección, que será muy difícil retener el Estado de México. Allá prometió lo mismo que en Saltillo, que serían el gobernador y el priismo local quienes llevarían mano en la selección del candidato o candidata. Sin embargo, en el Edomex, el año anterior no cumplió, impuso candidatos y se quedó con la mayoría de las curules plurinominales de esa circunscripción, y casi todas, para sus amigos. Lo mismo pasó en otros estados. Las relaciones son tensas con Alfredo del Mazo.
Actualmente, el PRI es la tercera fuerza política del país, más de 30 puntos debajo de Morena y solamente alcanza la mitad de las votaciones de los panistas. Y, Moreno Cárdenas, está acorralado por sus problemas jurídicos, penales por corrupción, y por el repudio de miles de priistas en general, a lo largo y ancho del país. Con un partido tan débil, tan ampliamente reprobado entre la clase media, el todavía líder solamente aporta incapacidad y desprestigio. Eso no será bueno en el 2023, para el expartidazo, en el Edomex y Coahuila en donde requieren del voto útil o el de castigo a Andrés Manuel López Obrador.
Alito anunció que quiere ser candidato presidencial y ha dejado ver que no quiere abandonar la presidencia del CEN. Hay demasiados millones y negocios en juego en el 2024, prerrogativas, aportaciones empresariales, compras, candidaturas al senado y a las diputaciones federales. Además, él necesita el poder para mantenerse lejos de la cárcel negociando con Andrés Manuel.
Hasta sus aliados panistas prefieren que el campechano se haga un lado. Llevarlo como socio electoral significa un lastre ante el electorado. Ya es un impresentable. Miguel Osorio Chong ya les advirtió a los blanquiazules que los acuerdos con el campechano podrían no ser válidos en un futuro próximo.