Al llamarles “hombres de negocio” ocultamos que sus fortunas fueron hechas al amparo del poder y sus relaciones políticas.
Los oligarcas mexicanos, coahuilenses y saltillenses al igual que los rusos, escogen ganadores e invierten en ellos con la finalidad de que, al llegar al poder, los políticos queden en deuda con ellos.
Las deudas se pagan con concesiones, regulaciones a modo, alianzas políticas directas o indirectas.
Así, los oligarcas nunca tienen enemigos políticos de largo plazo. Por el contrario, se vuelven amigos de quien sea que tenga el poder.
A ellos los caracteriza su impunidad, «su derecho» a contaminar, sobre explotar y destruir.
Son «los cuates del poder».