Algo flota en el aire
En la antesala de las elecciones para gobernador más acaloradas y atípicas, el panorama luce despejado para el PRI. La ventaja de Manolo Jiménez parece inalcanzable y muchos empiezan a resignarse a ver al dinosaurio y a sus rémoras seis años más en Palacio de Gobierno, para completar los cien. Sin embargo, el ambiente lo impregna una sensación extraña. No de incertidumbre, propia de la democracia, ni del deseo de cambio, pospuesto largamente, sino por alguna eventualidad o un giro inesperado. Los próximos días serán cruciales. El futuro del estado depende de los coahuilenses libres que acudan a las urnas el 4 de junio. La lista nominal la forman poco más de 2.3 millones de ciudadanos, mas no todos votan.
Haber ejercido el poder durante 94 años le concede al PRI enormes ventajas. Controla los poderes públicos, la Universidad Autónoma de Coahuila, los organismos «autónomos», las cámaras empresariales, la mayoría de las alcaldías, y un sector importante de los medios de comunicación está de su lado. La hegemonía se afianzó en los tres últimos sexenios con una estructura de clientelismo disciplinada y eficiente —bajo el mismo mando vertical—. El modelo le ha permitido retener la gubernatura, mientras 30 estados han optado ya por la alternancia. Las únicas entidades en poder del PRI son Coahuila y Estado de México. Durango lo ganó en alianza con el PAN y el PRD.
Empero, en la fortaleza del PRI radica también su talón de Aquiles. Gobernar por tanto tiempo provoca desgaste y hartazgo. Pero, hacerlo bajo la presión de una deuda fabulosa, cuyo servicio priva a los habitantes de infraestructura, obras y servicios por el orden de los 5 mil millones de pesos anuales (desde 2011) y el malestar social por la falta de castigo para los responsables, complica la elección en puertas. El PRI conservó la gubernatura en las presidencias de Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, pero afrontar a un líder fuerte como Andrés Manuel López Obrador, modifica el escenario. Morena gobierna ya 22 estados.
El triunfalismo no convence a todos. Para ganar la gubernatura por sí solo, al PRI le bastarían los 531 mil votos que obtuvo en los comicios para alcaldes de 2021. Su alianza con el PAN es para reducir el riesgo de una derrota frente a Morena, el partido de AMLO. Ceder a la cúpula de Acción Nacional posiciones, ahora en su poder, generó enfado entre cuadros y militantes. En el personal de base existe disgusto por el trato de las últimas administraciones. Repartir puestos y diputaciones por amiguismo e imponer a júniores y a miembros de otros partidos, sin formación ni experiencia, podría cobrarse en las casillas. Adicionalmente, el voto de las poderosas Secciones 5 y 38 del sindicato magisterial, históricamente alineadas al PRI, ahora parece orientado hacia la 4T, en particular al candidato del PT, Ricardo Mejía.
Morena es el segundo partido más votado en Coahuila, pero ir solo a la cita del 4 de junio, es un anticipo de derrota. Armando Guadiana no creció, arrastra los pies y no ha logrado conectar con los votantes. Mejía ha generado más expectativa por ser el candidato antisistema, como AMLO lo fue para ganar la presidencia. Su desempeño en los debates de Torreón y Saltillo, organizados por el Instituto Electoral y la Coparmex, le atrajeron simpatías. Antes de postular a Mejía, el PT era inexistente en el estado. Ser el aspirante con menor intención de voto le permite a Evaristo Lenin Pérez (Partido Verde-UDC) actuar sin presión. Una acuerdo entre las oposociones pondría al PRI contra las cuerdas y a Coahuila, de nuevo en la ruta de la alternancia.