Los laboratorios de Coahuila y Edomex, aportan varias lecciones en el 2023. Morena no es invencible, pero es muy poderoso. Solamente juntos y con la ayuda del PRD los viejos y desgastados partidos dominantes, PAN y PRD, pueden ganarle al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los partidos opositores ya son solamente membretes, son franquicias que se requieren para inscribirse electoralmente. No tienen ideología ni renuevan cuadros ni dirigencias. Carecen de credibilidad y ya no arrastran votos, salvo en contados lugares y ocasiones. Otro dato relevante, es que el PRI ya solamente ganaría en esos estados con apoyo del PAN y que ya es la tercera fuerza política nacional. Varios analistas consideran que tal vez, ya ni siquiera sirva para formar una alianza opositora confiable en el 2024. Establecen la posibilidad de que el tricolor la juegue como esquirol de Morena. Además, están tan fragmentados internamente, que quienes no sean afines Alejandro Moreno, no alcanzarán ninguna candidatura el año próximo, y las deserciones podrían ser masivas.
Alito, quiere salvarse, busca retener su fuero y contar con una pequeña base política entre sus plurinominales y comités estatales. Sólo le alcanzará, para convertir al Partido Revolucionario Institucional, en un “Partido Bisagra”. Moreno, tuvo que, quedarse en la política para, luchar por salvar su pellejo, el PRI fue su arma de negociación y su tablita de salvación.
Pareciera, que los priistas lo dejaron al frente del tricolor para que lo destruya. No estaban preparados para impedirlo; y por lo visto, a nadie le importa el destino final de su partido. Así, vemos al expresidente, Enrique Peña Nieto, en su retiro dorado, en España con una vida apacible, y a Moreno, surcando tempestades. Es cierto, el neoliberalismo fomenta el individualismo sin ideologías. De esta forma, el tricolor está listo para quedar en el basurero de la historia. Las cosas se ponen interesantes.