Días de guardar.
Por: Orestes Gomez Rodríguez.
Por razones de trabajo mi familia se traslado a León, Guanajuato en enero de 2012, el reto de abrir una empresa en el pintoresco pueblo de Romita, antiguo vergel de Guanajuato, era gigantesco y a su vez ameno, ya que se trataba de dar empleo a prácticamente a gran parte de su población contando sus comunidades rurales.
Fueron los tiempos en los que los criminales de Michoacán salieron huyendo de ese estado y se refugiaron en el sur de Guanajuato y norte de Jalisco, por lo que la zona se tornaba peligrosa.
Decidimos, en contra de la opinión de amigos y familiares, viajar a Morelia y Pátzcuaro para vivir los días santos con el atractivo de la procesión del silencio de la capital michoacana y retomar aquellas mini vacaciones que habíamos tenido recién casados Issa y yo, que se opacaron con la descompostura del Mustang en Celaya, haya cosa.
La llegada a Morelia para hospedarnos en un hotel del centro como acostumbramos fue a eso del mediodía del miércoles santo y rápidamente nos dirigimos a la calle adyacente a la catedral en donde abundan los puestos de gazpachos, que consiste en fruta cortada (piña, jícama, mango, sandia, melón y pepino) a la que se le agrega en un vaso vinagre de piña, limon, chile del que pica y del que no, sal y la salsa de preferencia: valentina, búfalo o san Luis y para adentro y sin gestos.
El obligado paseo en tranvía que te lleva al acueducto, la iglesia de san Francisco, la alameda y remata en una fabrica de dulces y de ahí la caminata hacia la plaza de armas de nuevo.
Llegada la hora de la comida la opción fue la sopa tarasca (de frijol y queso de rancho), cecina y un par de corundas de pollo, del que casi no aparecía, bañadas en crema y salsa, el poste lo reservamos para los dulces que venden en un paseo comercial a un par de cuadras de la plaza, de leche o cocadas.
El viernes santo, antes del desfile, en el templo de Santa Catalina de Siena o Templo de las Monjas mora la Dolorosa, espectacular y es el único día en el que se venden los exvotos y unos panes especiales.
La procesión del silencio inicio por aquello de las 6 de la tarde, la gente se colocaba sobre las banquetas de la calle Madero, desde el acueducto a la catedral, los espacios reducidos tapizados de creyentes que permanecían de pie a la espera.
Yo me senté en la banqueta sin saber lo difícil que sería incorporarme después de 2 horas de desfile, pero quien me manda.
Al toque de tambores de sonido grave, a paso lento avanzaba el cortejo que cargaba al primer cristo, una figura impresionante ya que se trataba de la imagen casi descuartizada del tormento a latigazos sufrido, los cargadores descalzos y ataviados de túnicas blancas o negras según el caso, hieráticos soportaban el peso de la escultura en su camino a la catedral.
Según supe después por parte de un sacerdote que, en la procesión, participan 14 imágenes religiosas. Estas esculturas son llevadas por las 19 cofradías que están presentes en el evento.
Una de las imágenes más destacadas es la del Señor de la Columna, que data del siglo XVI, esta ultima me imagino es la más pesada.
En un instante volteo a ver a Issa y percibí su emoción y devoción ante la pasión de cristo escenificada por aquellas impactantes imágenes y la reflexión de León Magno: “Cristo padeció por nosotros, no para inspirarnos lastima, sino para redimirnos. La cruz es el trono de la victoria donde la muerte fue vencida y el pecado destruido”.
Terminada la procesión nos encaminamos a la catedral y al siguiente día proseguimos en sábado de Gloria a Pátzcuaro en donde disfrutamos de la feria de artesanías de la plaza
Tata Vasco y las delicias que sirven en el restaurante La Surtidora, que a la fecha no acepta mas que pagos en efectivo.
La semana mayor y sus días de guardar nos invitaron a la reflexión y al rezo del rosario tan necesario en los tiempos violentos que vivimos y que parecen no tener fin.
El sacrificio del redentor y cordero pascual, no tendrá cabida en un corazón impuro y alejado de humildad necesaria para reconocer al salvador del universo. Pero la lucha sí que continua y la muerte siempre termina por ser vencida.
Una semana santa plena de bendición para usted y su familia y la vivencia de que hay esperanza en que las cosas sigan avante y triunfe la vida siempre.