No hay nada mejor, que la salud.
Para Issa y el amor con que me cuidó.
No se si cruel designio o simplemente descuido médico, pero mi niñez transcurrió en consultas sistemáticas en el consultorio familiar del Dr. Rivas enclavado en la única clínica del IMSS en Saltillo, el diagnóstico : amigdalitis , la cura : operar las anginas y lo peor fue que continuaron los dolores y las infecciones, pero ahora mas profundas porque llegaban a la laringe y los bronquios y requerían de la aplicación de las dolorosas inyecciones de lincomicina que eran infligidas atraves de una jeringa de vidrio que nadaba en alcohol dentro de un estuche de acero inoxidable ,con una bestial aguja que era afilada con una pequeña chaira y para adentro con o sin bolita, según si te movías a la hora del tormento o no. Hay nanita.
Pasaron los años y 20 después, un especialista refirió que mi problema nunca estuvo en mi garganta, sino en la nariz y bueno, vivo con esa carraspera eterna por las mañanas más por terquedad, que por cualesquiera cosas.
Durante mi vida laboral hube de disfrutar de la prestación del seguro de gastos médicos mayores familiares y como administrador de pólizas por mi función de recursos humanos di cuenta de los beneficios de esta facilidad, que goza de aprecio, pero a medida que los empleados avanzan en edad, siendo los jóvenes quienes no sienten que esta prestación exista.
Por otra parte, y aun cuando la opción de los servicios de salud publica siguen operando a pesar de las graves carencias y la pléyade de personas que resultaron absorbidas por estas instituciones, que generan obviamente grandes áreas de oportunidad no solo en la consulta diaria, sino en lo mas urgente de las cirugías y procedimientos.
La opción de la salud privada resulta inalcanzable para grandes sectores de la población que quedan endeudados ante una cirugía o incluso una atención de urgencias.
El punto de comparación de los hospitales y médicos que antes creaba un abismo entre los costos de consulta e intervenciones en Houston, San Antonio, Dallas ha ido cerrándose con la de algunos médicos y dueños de nosocomios de aprovechar la coyuntura de los seguros de gastos médicos, generando cifras estratosféricas en esos dos aspectos, el turismo de la salud ha resultado en ciudades como la capital, Monterrey, Guadalajara, León y Querétaro.
De haber sentido que me moría a la primera consulta con el cardiólogo pasado en años pasaron dos días y no habían transcurrido 15 minutos para que surgiera la pregunta que genero mi desilusión: “si tiene gastos médicos mayores será una operación y si no con pastillitas mi amigo.” (Válgame dios, pensé en mis adentros:” que estarás construyendo doctor”).
Y si bien es cierto termine en el hospital, lo fue en otras manos y mejor trato, todo aquello entre sueros, anestesias, inyecciones en la panza, exámenes de laboratorio, salas de terapia intensiva y cientos de pastillas, el corazón soporto y hasta me hizo escribir un poema que ahora pongo a consideración y se llama:” OCURRENCIAS DE UNA ANGINA DE PECHO. Hace días mi mujer compro una pequeña jaula/En San Miguel de Allende.
Luego le inserto unas alas de madera/En ella encerré mi corazón. /Ahí está latente, ágil, potente, lustroso, /Atento a cada latido, a cada sentimiento. /Pienso que es mejor ese lugar que en mi cuerpo, /Fugitivo, achacoso, invadido de colesteroles, /Triglicéridos, glucosas, bilirrubinas, amoniacos y altas presiones. /Lo veo vigoroso a diario y se me ocurre no sé, /Comprar dos jaulas más con alas y ahí encerrar/Mi hígado y mis pulmones/. No tendrán mejor sitio, digo yo. /Solo lo pienso.”
Valorar la salud y aferrarse a la vida será una constante en esta oportunidad brindada por la divinidad, porque estoy cierto que dios guío las manos que me intervinieron y cuido de mis signos vitales aquella noche llena de dudas que tuve entre los monitores que me resonaban o seria tal vez la enseñanza de Sabines: “Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. /A ella le dijeron: tendrá suerte. /Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. /Me dijo: ¡vive, vive, vive! / Era la muerte.”
A Issa, mis hermanos, familiares, grupos de oración y amigos entrañables, así como al Dr. Rodrigo Campo Aguirre y su equipo y al personal medico del Hospital de la Concepción (a excepción de sus administradores) va mi agradecimiento por los cuidados, oraciones y buenos deseos durante mi intervención quirúrgica de la semana anterior. Sin duda que no hay nada mejor que recuperar la salud, eso lo sostengo.