Las adhesiones sin votos solo crean espejismos. El cambio de chaqueta de Manuel Velasco y Alberto Anaya para aplacar la iracundia del presidente Andrés Manuel López Obrador por la inminente derrota de Morena en Coahuila, la cual asume como propia, es pura fantasmagoría. Pensar que las intenciones de voto por los partidos del tucán y de la estrella —símbolo del comunismo— se transferirán a Armando Guadiana como por arte de birlibirloque, es una quimera. Si fuera el caso, la distancia entre el estrambótico candidato de la 4T y el delfín de la alianza obscena PRI-PAN-PRD, Manolo Jiménez, se acortaría de 28 a seis puntos, de acuerdo con la encuesta de Reforma de este martes.
En las elecciones para gobernador de 2017, la votación por el Partido del Trabajo (PT) fue del 0.81% y la del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) del 0.85. El primero postuló a José Ángel Pérez, quien después se sumó a Armando Guadiana, y el segundo formó parte de la alianza encabezada por el PRI que postuló a Miguel Riquelme. El 17% de las preferencias por el PT, relejado en la indagación de Reforma, no obedece al resurgimiento milagroso de unas siglas fantasmales, sino a quien hasta hace apenas unas horas fue su candidato: Ricardo Mejía. El presidente López Obrador lo ponderó hace poco por «aligerarle la carga». Más tarde lo negó por no plegarse a la línea de Palacio Nacional y por sentar, con su rebeldía, un precedente peligroso para su proyecto sucesorio.
Con Evaristo Lenin Pérez, a quien el Verde también dejó colgado de la brocha, pasa lo mismo: la figura es él. Su Partido Unidad Democrática de Coahuila (UDC) tiene más peso que el tucán. A fuerza de darse tantos tiros en el pie, Mario Delgado, jerarca de Morena, podría dejar de caminar. La votación del PVEM, según Delgado, se pasará a Guadiana, pues los caciques de ese partido «están vendidos al Gobierno del estado». José Refugio Sandoval siempre ha estado en la nómina, ¿cuál es el secreto? Presionar a las dirigencias nacionales del PT y el Verde para pasarse al bando de Guadiana es un acto desesperado para intentar rescatar los insalvable y ahorrarle un descalabro al presidente.
Los partidos de Alberto Anaya y Manuel Velasco se han vendido siempre al mejor postor. Su adhesión a Morena es irrelevante. El peligro para el PRI sería que Mejía y Pérez declinaran por Guadiana, pero ninguno lo hará. Al lagunero lo han victimizado y le han dado reflectores. Todos cargan contra él: el presidente, Delgado, el PRIAN, el statu quo, la «comentocracia». El lagunero ha resistido y, al margen de lo que suceda el 4 de junio, puede convertirse en el líder de la oposición, inexistente en Coahuila antes de su regreso al estado y tras la declinación de Guillermo Anaya. El paso del ex subsecretario de Seguridad por distintos escenarios y su roce con políticos como Dante Delgado, fundador de Movimiento Ciudadano (MC), en otro tiempo aliado de AMLO, y Luis Walton, exalcalde de Acapulco, recién fallecido, no ha en vano. El principal beneficiario de la campaña de MC contra el PRI no es Guadiana, sino Mejía. Desconocido por AMLO y el PT, hoy se ha declarado candidato ciudadano.
Sin embargo, al presidente López Obrador jamás hay que darlo por muerto. Pues incluso de sus recaídas saca provecho y vuelve vigorizado para afianzar su movimiento y ganar más espacios. Sobre el frente orquestado para infligirle al presidente una derrota en el estado y perpetuar al PRI en el poder, en la columna («Arma de dos filos») se lee: «puede provocar la reacción del Gobierno federal para hacerse con Coahuila y Estado de México y llegar más fortalecido a las presidenciales de 2024». A los manotazos para apaciguar al PT y al Verde, podrían seguir otros antes del domingo.