Nos preocupa el debilitamiento y desmantelamiento, por parte del Gobierno, de instituciones que pueden velar por la protección y defensa de los territorios y los derechos humanos. Las mujeres hemos emergido como protagonistas del sostenimiento de los medios de vida de nuestras familias y comunidades, de los cuidados que forman parte clave para enfrentar las crisis climáticas, sanitarias y económicas, y finalmente como defensoras de los territorios y los bienes naturales, arriesgando nuestras vidas frente a una creciente criminalización de los movimientos, la persecución y el asesinato.
Para hacer valer el Principio 10 de la Declaración de Río, el cual tiene por ob- jeto luchar contra la desigualdad y la discriminación y garantizar los derechos de todas las personas a un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible, es necesario colocar categorías tales como género, mujeres, etnia, interseccionalidad, juventudes, niñez, que permitan visibilizar y enfrentar de manera contunden- te las barreras que vivimos las mujeres para implementar el Acuerdo de Escazú.
Se impone la imperiosa necesidad de que, como defensoras, conozcamos de estrategias jurídicas, ampliemos accio- nes colectivas, establezcamos nuevas alianzas y agendas para la exigibilidad
Las mujeres hemos emergido como protagonistas del sostenimiento de los medios de vida de nuestras familias y comunidades, de los cuidados que forman parte clave para enfrentar las crisis climáticas, sanitarias y económicas del Acuerdo de Escazú, lo que se suma a las múltiples tareas que desempeñamos en momentos de crisis y recuperación económica, además del aumento de las agresiones contra nosotras y las comunidades. Nuestra labor no puede implicar arriesgar la vida por defender estos derechos que a su vez abrazan la vida en todas sus formas.
Tenemos esperanza de que este Acuerdo no quede en el limbo y se traduzca en disposiciones y políticas concretas. No puede postergarse más la responsabilidad del estado para garantizar la seguridad, espacios libres de violencias para desarrollar los trabajos de las mujeres defensoras. Se deben incluir estrategias ante contingencias inesperadas que afectan directamente a las mujeres en general, pero las defensoras están confrontando una gama de amenazas, sin garantía, sin seguridad, sin protección. El Acuerdo de Escazú engloba las demandas de las mujeres y los pueblos indígenas frente a los megaproyectos y los extra activismos que llegan a despojarnos del territorio utilizando la desinformación, la violencia hacia la población y las y los defensores, nos niegan el derecho a la libre determinación; si este acuerdo se respeta, las defensoras y defensores del territorio podremos tener posibilidades de acceder a la justicia ambiental. Esperamos que este testimonio pueda tener una recepción con su debido acuse histórico y político. E4