«A mayor refrito, podremos encontrar algunos compuestos que, consumidos regularmente, pueden afectar a la salud», dicen los expertos.
El aceite es caro. Da igual que sea aceite de oliva o de girasol, Una subida que ha sido generalizada en todos los productos del carro de la compra, pero en el caso de este oro líquido, la subida ha sido notable.
Su precio sumado al hecho de que para freír algunos alimentos como las patatas fritas, se requiere de una buena cantidad de producto, ha convertido la reutilización de este líquido en una práctica común. Sin embargo, abusar del reciclado no trae nada bueno a la salud. De hecho, mucha gente apura el aceite aún mostrando un cambio físico notable, es decir, incluso cuando se muestra mucho más oscuro que en su origen.
El aceite puede reutilizarse hasta 25 veces, según la OCU, pero bajo unas condiciones concretas que no todos los domicilios particulares reúnen. En particular, especifican los siguientes requisitos: disponer de una freidora, controlar que la temperatura esté siempre por debajo de los 180 grados centígrados y freír en tandas continuadas, sin dejar enfriar el aceite.
Dictámenes complicados de respetar si no se hace en una cocina de un establecimiento de hostelería. Más teniendo en cuenta que la costumbre en los hogares es freír los alimentos, dejar enfriar el aceite, guardarlo en un recipiente o vaso de vidrio hasta el día o los días siguientes y volver a empezar el proceso, así hasta muchas veces perder la cuenta.
Los peligros de la reutilización
«A mayor refrito, podremos encontrar algunos compuestos que, consumidos regularmente, pueden afectar a la salud del consumidor», no es aconsejable reutilizar el aceite ni una sola vez. Una afirmación sostenida como garantía para evitar al máximo el riesgo de formación de acrilamida. Aunque si los alimentos que se suelen freír no son altos en azúcares, puede haber un margen para la reutilización, que depende del tipo de aceite y la temperatura.
El color marrón que va tomando el aceite reutilizado indica que el líquido está altamente degenerado debido a las reacciones oxidativas conocidas como reacciones de Maillard. Este nombre hace alusión a un complejo conjunto de reacciones químicas producidas entre las proteínas y los azúcares de los alimentos a altas temperaturas y que generan ese color, sabor y olor a tostado.
El problema de esta reacción es que, por una parte, disminuye el valor nutritivo del alimento, ya que en su formación se degradan proteínas y carbohidratos. También favorece la alteración de las características organolépticas, al verse alterados compuestos como las vitaminas y aminoácidos