La preocupación por el tiempo que pasan los menores con una pantalla en las manos crece según se va sabiendo más sobre los efectos adictivos que alimentan algunas ‘apps’ y plataformas. Países como Italia ya debaten si legislar al respecto. ¿Tiene sentido prohibir los ‘smartphones’ por ley hasta una determinada edad?
Si este, el acceso de los niños a los aparatos, es un problema social, ¿es legítimo esperar que sea el Estado quien legisle al respecto, en lugar de dejar que en cada casa se imponga una regulación improvisada? El debate resurge cada cierto tiempo. En Italia existe un anteproyecto de ley, propuesto por Forza Italia, para que el acceso de los niños a los teléfonos inteligentes sea ilegal hasta los 14 años. Una subsecretaria del Ministerio de Salud llamada Sandra Zampa dijo al respecto en enero del año pasado: “Es una tontería que para conducir el coche se necesite carné de conducir y para utilizar un teléfono móvil no haya límites de edad. Los teléfonos inteligentes son tan poderosos como los automóviles, si no más, y se deben hacer distinciones en la posibilidad del uso del móvil en función de la edad de los niños”. El senador del partido que fundó Silvio Berlusconi encargado de defender la propuesta en el Senado, Andrea Cangini, añadió: “Estamos creando generaciones de dementes digitales, es difícil limitar el uso porque sus efectos son los mismos que los de la cocaína”. Es lo más lejos que ha estado un país desarrollado de legislar sobre el asunto. Francia prohibió el uso de móviles en las escuelas en 2018.
Hay que recordar que, ya a finales de los años veinte, unos científicos alemanes probaron que el tabaco causaba cáncer de pulmón. Se tardó decenas de años en llegar a una legislación que prohibiera el consumo de tabaco a menores.