Andrés Manuel López Obrador ofreció en su discurso de toma de posesión acabar «con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México». La mayoría de sus predecesores actuó contra rivales políticos (Jorge Díaz Serrano, Joaquín Hernández Galicia, Rogelio Montemayor y Elba Esther Gordillo), pero la venalidad creció en cada sexenio. «Convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de Gobierno» dista de ser una pretensión retórica o propagandística», apuntó el presidente. Es «la convicción de que la crisis de México se originó, no solo por el fracaso del modelo neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio (…) de la más inmunda corrupción pública y privada».
Cinco años después, la percepción sobre el combate a la corrupción divide opiniones. El caso más sonado en el Gobierno de AMLO es el desfalco en el organismo descentralizado Seguridad Alimenticia Mexicana (Segalmex), antes Conasupo, que involucra a la empresa Comercializadora de Productos Lácteos de la Laguna (Coprolac). La Auditoría Superior de la Federación denunció que entre 2020 y 2022 se cometieron irregularidades por más de 15 mil millones de pesos en la compraventa de azúcar, leche, maíz y operaciones bursátiles. La Fiscalía General de la República ha detenido a 11 involucrados, entre los cuales figuran Manuel Lozano Jiménez, exdirector Comercial; Óscar Navarro Garate, exdirector de Administración y Finanzas, Roberto Rivera Ramos, exsubgerente de Adquisiciones de Granos y Azúcar, y el empresario Fernando Hiram Zurita. René Gavira Segreste, exjefe de Administración y Finanzas, permanece prófugo.
«Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo. Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y la violencia», fustigó el líder de la 4T el día de su investidura. Ocupar la posición 135 en la clasificación de Transparencia Internacional de 2017, penúltimo año del Gobierno de Peña Nieto, le pareció «vergonzoso»; en 2018 México cayó al lugar 138. «Habrá que demostrar al mundo que acabar con la corrupción es posible, y así lo haremos, porque de esa manera construiremos una sociedad más justa, democrática, fraterna y siempre alegre», dijo.
En el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2022, México ocupa el puesto 126, con 31 puntos, entre 180 países y territorios, en una escala de cero (muy corruptos) a 100 (muy baja corrupción). Nuestro país avanzó en cuatro años solo tres puntos (antes tenía 28), pero subió 12 lugares (del 138 al 126). El IPC lo encabezan Dinamarca (90 puntos), Finlandia y Nueva Zelanda (87 cada uno). «La solidez de las instituciones democráticas y el respeto de los derechos humanos también hacen que estos países estén entre los más pacíficos del mundo, según el Índice de Paz Global», advierte Transparencia Internacional.
De acuerdo con una encuesta de Grupo Reforma, publicada en mayo pasado, el 41% de los mexicanos piensa que la corrupción ha disminuido. El 32% percibe un incremento y para el 22%, permanece igual. La imagen del presidente López Obrador ha sufrido abolladuras, pero mantiene una aprobación del 65%, según la actualización de Oraculus del 1 de septiembre. En la pesquisa de Reforma, el 61% lo considera «capaz para gobernar y respetuoso de la ley»; el 60%, «positivo para el país»; y el 58%, «un presidente que gobierna para todos». El 56% lo cree honesto; y el 51%, que «habla con la verdad». Así empieza AMLO su último año de Gobierno.