La escena en mi memoria es clara: de la mano de Chita, mi madre y mis hermanas Luzma y Cecy, recorríamos las cuadras que separaban la casa paterna de Castelar de la única clínica del IMSS de Saltillo en los años sesenta ,enclavada en una cañada por la calle de Acuña.
Bajar los escalones hacia el área de consulta agotaba mis fuerzas, y así ser atendido por mi medico familiar el Doctor Rivas y su inagotable paciencia, mis anginas inflamadas y podridas me provocaban fuertes dolores y cansancio, suplicio que termino con la intervención quirúrgica a mis escasos 6 años de edad.
La presencia del Instituto Mexicano del Seguro Social en el país cumplió 80 años en pasados días y su festejo quedo chicó ante las cifras de atención y protección familiar que ha generado su operación en el correr de este tiempo.
Fundado por el presidente Ávila Camacho, el organismo se fincó en la necesidad de la protección de la salud , como un objetivo de la lucha revolucionaria y según palabras de García Téllez: su primer director :“El proyecto concreta uno de los más altos propósitos de la Revolución mexicana, tendiente a proteger a los trabajadores y asegurar su existencia, su salario, su capacidad productiva y la tranquilidad de la familia obrera, y contribuye al cumplimiento de compromisos exteriores, de promesas gubernamentales y de un deber constitucional ineludible”.
Através del tiempo el IMSS se consolido como una institución solvente y autosustentable, un organismo que construyó clínicas y hospitales en todos los confines de la república y además centros de seguridad social y se convirtió en un gran centro de capacitación interna para la especialización de médicos y enfermeras, miles de doctores que aun ejercen obtuvieron su especialidad y fama, dentro de las paredes de la institución.
En los años ochenta contaba además del fideicomiso de teatros de la nación, el estadio de beisbol de los diablos del México y el equipo de futbol Atlante, los centros vacacionales de: Oaxtepec, Atlixco, Malintzi y la unidad de congresos de la ciudad de México, en su patrimonio.
Tiempos de crisis se vivieron en las administraciones gubernamentales federales, que se vieron en la necesidad de afectar la bolsa del Instituto y fue hasta 1997 con la reforma integral en los aspectos de pensiones, fondos de ahorro para el retiro y la inclusión de facultades de recaudación autónoma, retornaron al organismo de la capacidad de atención de la salud y bienestar de los trabajadores de México.
Sobreviviente en fin de diversas batallas, el IMSS ha evolucionado atendiendo en estas fechas a 74 millones de derechohabientes.
Si bien es cierto no es un organismo totalmente sano, paradójicamente hablando, pian pianito ha venido absorbiendo responsabilidades ajenas, ejemplos de lo anterior, es el seguro medico de los estudiantes del país, en el anterior sexenio y la incorporación del antiguo seguro popular en esta 4T.
En la oficina de Javier Guerrero, entendí la trascendencia de esta jornada, cuando con emoción y un dejo de tristeza narraba los meses aciagos de la pandemia y las largas jornadas a fin de dar frente a lo inesperado; la trágica muerte de compañeros de trabajo cientos en el cuerpo médico y la satisfacción de un deber terrible cumplido con algo más que trabajo burocrático.
Salí de la oficina y por la calle de Reforma, recordé las palabras de un ex director del IMSS, el maestro Jesús Reyes Heroles: “La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres”.
Larga vida al IMSS y su honrosa obra, un camino pedregoso que ha sabido franquear para bien de los mexicanos y cumpliendo su misión:” ser el instrumento básico de la seguridad social, establecido como un servicio público de carácter nacional, para todos los trabajadores y sus familias”. Enhorabuena.