En su columna de opinión, Helena Farré Vallejo aborda el impacto del Informe Cass, un estudio científico del Reino Unido sobre la atención médica a niños y jóvenes con dudas sobre su identidad de género. Este informe, encargado por el Servicio Nacional de Salud inglés, revela la falta de evidencia sólida para respaldar ciertas prácticas, como el uso de bloqueadores de pubertad en menores de 16 años.
Farré destaca que el informe sugiere un cambio en el enfoque médico hacia la disforia de género, que no solo aborde la cuestión de género, sino también otros problemas de salud mental, como el autismo. Señala que el objetivo del tratamiento debería ser ayudar a los jóvenes a prosperar y alcanzar sus metas vitales más amplias en el futuro.
La autora argumenta que tomar decisiones irreversibles sobre el cuerpo de un niño o adolescente puede limitar gravemente su futuro, ya que los deseos y objetivos de una persona cambian a medida que madura y adquiere experiencia. Considera que tratar a los niños como adultos autónomos en este sentido es problemático y critica lo que percibe como una imposición ideológica en el debate público sobre este tema.
En resumen, Farré sostiene que privar a los niños y adolescentes de un futuro abierto mediante decisiones precipitadas sobre su identidad de género es un fracaso de la sociedad y una traición a su bienestar.