A 35 años de la represión de las protestas chinas en la Plaza de Tiananmén –y, por tanto, de la icónica imagen del hombre solitario frente a la fila de tanques– SOFÍA GUARDIOLA del periódico El Confidencial, platicó con uno de los fotoperiodistas que capturó esta imagen, el fotógrafo británico de Magnum, Stuart Franklin.
Hace pocos días, en la red social Instagram se viralizó una imagen. Como protesta contra los bombardeos de Rafah, millones de usuarios compartieron una fotografía, generada con inteligencia artificial, que representaba una vista aérea de un campo de refugiados recién atacado.
El hecho resulta sorprendente –incluso en pleno auge del uso de las imágenes generadas por IA–. Hoy en día, cualquiera puede tomar fotografías con su teléfono móvil y compartirlas, en pocos segundos, con todo el mundo. Entonces, ¿por qué la imagen que se hizo viral fue una ilustración? ¿Es que incluso hoy, estando continuamente expuestos a imágenes, muchas de ellas explícitas y violentas, nos sigue costando situarnos frente a las imágenes reales de los conflictos armados que ocurren lejos de nosotros, en otros rincones del mundo?
Este tipo de fotografía, que nació en la Guerra de Crimea (1853-1856) y se popularizó en la de Secesión estadounidense, sustituyó a los cuadros y grabados de batallas que se habían hecho hasta el momento, con intenciones propagandísticas. Son las instantáneas que han forjado el imaginario popular de los conflictos armados del último siglo: la niña del napalm de Nick Ut, el miliciano moribundo de Gerda Taro o el alzamiento de la bandera estadounidense en Iwo Jima capturado por Joe Rosenthal, entre otras.
Una de las primeras imágenes de conflictos políticos tomada en color que aparece en nuestra mente es aquella en la que un hombre, que al parecer volvía de hacer la compra con una bolsa colgada del brazo, se detiene, impasible, antes una hilera de tanques en la plaza china de Tiananmén.
Lo que muchos no saben es que no existe una sola toma de este momento histórico, sino que fueron cuatro los fotógrafos que la capturaron, puesto que podía presenciarse desde las habitaciones del hotel en que se encontraba alojada la prensa internacional. Charlie Cole, Jeff Widener, Arthur Tsang y Franklin Stuart fueron los cuatro fotoperiodistas que inmortalizaron el momento. El último de ellos ha trabajado durante décadas –y sigue trabajando– para la archiconocida agencia Magnum, para la que cubrió el conflicto chino en 1989. Hemos charlado con él sobre este momento histórico y sobre lo que busca un fotógrafo a la hora de cubrir un evento de este tipo, así como, en términos más generales, sobre su carrera artística.
LO QUE NOS HACE DESEAR MIRAR HACIA OTRO LADO
“Yo me siento implicado emocionalmente cuando fotografío guerras u otros conflictos”, contesta sin dudarlo. “Sin embargo, lo que intento hacer para lidiar con ello es enfocarme en lo importante: reflejar la realidad de esas personas, lo que están experimentando en ese momento”.
“Cuando estuve en la Plaza de Tiananmén sentía mucha incertidumbre”, continúa. “Siempre que estás viviendo algo de última actualidad te preguntas qué es lo siguiente que va a pasar. Aquel día, en el ambiente se respiraba una mezcla de emoción con miedo y preocupación. Eso es lo que despertó en la población el alzamiento y la posterior represión”.
El pasado 4 de junio se cumplieron 35 años de este suceso. Las protestas en la República Popular China se llevaban sucediendo desde abril de 1989, pero fue con la llegada del mes de junio cuando el gobierno aplastó este movimiento, que había aglutinado a distintos grupos de manifestantes, desde intelectuales que luchaban contra la represión hasta obreros que criticaban las medidas económicas del país, aunque fueron los estudiantes quienes lideraron las protestas.