Sin trabajo político en los seis últimos años ni voluntad de cambio los partidos de la alianza «Fuerza y Corazón por México» (PAN-PRI-PRD) se camuflan entre la ciudadanía para intentar salvarse de la debacle que anticipa la virtual derrota de su candidata Xóchitl Gálvez. Desde su defenestración de Los Pinos y de los estados (salvo Coahuila y Durango), el PRI se vació de cuadros y abdicó de su raíz popular. Cuatro millones y medio de militantes dejaron sus filas entre 2018 y 2020, y el año pasado emigraron 600 mil más para quedar en 1.4 millones (78% menos) de acuerdo con la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE). La membresía del PRD pasó de cinco millones a 999 mil en el mismo lapso. Solo el PAN observó una leve mejoría al subir a 277 mil, suficiente para conservar su registro.
La afiliación de Morena subió de 466 mil a 2.3 millones. El Partido del Trabajo es el único de sus aliados que captó más militantes para alcanzar los 457 mil. Los partidarios del PVEM suman 592 mil y los de Movimiento Ciudadano, 384 mil. Los 6.6 millones de adeptos de los partidos representa menos del 7% de la lista nominal de electores (98.3 millones). Significa que la inmensa mayoría de los ciudadanos no obedece a consignas partidistas. El voto depende de preferencias políticas e ideológicas personales, de la capacidad de persuasión y movilización de los Gobiernos y de estructuras electorales.
También influyen el estado de ánimo de la población, el desempeño de la economía y el liderazgo de las autoridades. La presencia territorial de Morena le concede ventaja en los 23 estados donde gobierna. Incluso en entidades clave como Jalisco y Nuevo León (Movimiento Ciudadano), su candidata Claudia Sheinbaum supera a la abanderada del PAN-PRI-PRD por 37 y 24 puntos, respectivamente. En este escenario y con las elecciones en puertas, las oposiciones han dejado la carga del proceso en la ciudadanía. La Marea Rosa, compuesta por organizaciones adversas al presidente Andrés Manuel López Obrador, se declaró en favor de Gálvez y del candidato del frente opositor al Gobierno de Ciudad de México, Santiago Taboada.
El relato de estos grupos es circular, pues se dirige a ellos mismos: la derecha, los decepcionados de la 4T y las militancias partidistas. Por tanto, no permea en los votantes de Morena ni entre quienes aprueban a López Obrador, no obstante la violencia y otros fracasos de su administración. La situación es más palpable conforme se acerca el 2 de junio. El lastre de las siglas que postulan a Gálvez le impidió crecer en las preferencias. Desoír la opinión ciudadana para priorizar las propuestas sobre las descalificaciones contra AMLO y Sheinbaum fue un error. No porque el presidente carezca de puntos flacos, sino porque, a pesar de ellos, está bien evaluado (66% al 3 de mayo, Oraculus).
La marcha de la Marea Rosa del 19 de mayo se programó para hacerla coincidir con el último debate entre Sheinbaum, Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano, pero tampoco modificó las tendencias electorales favorables a la candidata de la alianza Morena-PT-PVEM. La cuenta atrás para el 2 de junio se acelerará tras el cierre de campañas y la publicación de las últimas encuestas este miércoles. Mañana empezará la veda de tres días para reflexionar el voto, el cual, según las pesquisas, la mayoría ya tiene decidido. La suerte está echada. Solo falta esperar el resultado.