En Coahuila el quid de la revocatoria de mandato estuvo en la sucesión del gobernador. Vale la pena, pues, analizar los resultados desde esa perspectiva. Antes de que el gobernador Miguel Riquelme calificara el ejercicio como una farsa y llamara a la abstención, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al estado al subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, con un doble propósito: promover la participación ciudadana en el referéndum y la candidatura al Gobierno del estado de quien podría ser su delfín. Pero además mandó de refuerzo al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y al comandante de la Guardia Nacional, general Luis Rodríguez Bucio.
Luego del 10 de abril, la relación entre los Gobiernos federal y estatal, de por sí ríspida y distante, tenderá a empeorar. ¿Con qué ánimo se volverá a juntar el gobernador Riquelme con el titular de Gobernación después de que Adán López anticipara en Torreón, el 2 de abril, el fin de la hegemonía del PRI en Coahuila? ¿Se podrá restablecer el canal de comunicación con el subsecretario de Seguridad, quien en su gira por el estado denunció a la administración estatal ante tirios y troyanos y proclamó que el moreirato agotará su ciclo en el actual sexenio, es decir, en el de Riquelme? Los puentes están rotos.
Morena, el PRI y sus respectivos líderes midieron fuerzas en la revocación con vistas a la sucesión del año próximo. El partido del presidente movilizó a sus cuadros para lograr la mayor votación; y el gobernador hizo lo propio para disuadirla. Mejía acusó a la administración de Riquelme por ma-niobras en ese sentido, y el mandatario local respondió con las armas a su alcance. El resultado del proceso permitirá hacer proyecciones. Terminada su encomienda en Coahuila, Mejía regresará a Ciudad de México y reasumirá sus funciones como tándem de la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez. ¿Cómo llenará el vacío en el estado si desea ser candidato? ¿Pedirá licencia para trabajar de lleno en su
campaña o esperará a que AMLO dé la señal definitiva? ¿Revisará Riquelme su proyecto sucesorio mientras se formaliza la alianza con el PAN (el PRD siempre ha sido satélite del PRI en Coahuila), la cual se teje en las cúpulas partidistas? ¿Nuevos Moranes abandonarán el barco ante el peligro de naufragio? ¿Adaptará Jiménez su estrategia a las nuevas circunstancias? El triunfalismo es mal consejero. ¿Romperá por fin Jericó Abramo con el PRI para vestirse de guinda o de naranja? Disociar las elecciones del 23 de la consulta del 10 de abril sería un error. AMLO no logró ni con mucho la votación deseada, pero con más del 90% a su favor está crecido.
La revocación de mandato le ha dado nuevo aliento al presidente y ese impulso lo trasladará a los ocho estados que elegirán gobernador entre este año y el próximo. ¿Quién ganó el pulso entre el estado y la federación en las elecciones revocatorias? De acuerdo con el INE, en Coahuila votaron 354 mil 970 ciudadanos (15.7% de la lista nominal), de los cuales el 94.4% apoyó a AMLO y el 4.4% pidió la revocación. En las elecciones estatales de 2021, el PRI obtuvo 531 mil votos y Morena 406 mil. Al partido del presidente no le alcanza con esos números para ganar la gubernatura, pero tiene una base creciente. La diferencia la harán los candidatos (¿Jiménez y Mejía?), pero sobre todo la fuerza de sus respectivos padrinos y el tono de las campañas. Si se polarizan y se atiza el sentimiento contra el clan Moreira, como sin duda sucederá, tendremos una elección revocatoria: ¿Moreirato, sí o no?