Hillary Clinton estuvo a punto de quebrar esa barrera imaginaria en Estados Unidos, cuando compitió con Donald Trump por la presidencia en 2016. El discurso de género, #ImWithHer («Estoy con ella») se convirtió en uno de los elementos centrales de su campaña. Empero, «quienes quisieron que el sexo del candidato quedara fuera de los papeles» también jugó un papel determinante, escribe Valeria Perasso, de BBC News Mundo. Millones de estadounidenses «se negaron a alinearse con la candidata demócrata por mera identificación de género», apunta Perasso, una de las finalistas del Premio Nuevo Periodismo Cemex-FNPI en 2006.
Desde el título de la nota: «¿Estaba preparado Estados Unidos para tener una mujer presidenta?», la periodista plantea dudas sobre las posibilidades de Clinton de sustituir a su exjefe Barack Obama en la Casa Blanca. Advierte, incluso, que la victoria de Donald Trump no resultó tan sorprendente como sorpresiva la derrota de la esposa del expresidente Bill Clinton. Al final, «No valió el entusiasmo de sectores del feminismo y el mundo académico, ni la masiva salida a votar vistiendo trajes sastre como los que Hillary convirtió en su segunda piel como señal de apoyo. Ni siquiera los homenajes a la pionera del sufragio femenino Susan B. Anthony que llenaron de pegatinas su tumba el día de los comicios», apunta.
Los comentarios sexistas y racistas de Trump tampoco tuvieron el impacto esperado. Desde «las primarias comenzó a percibirse que Clinton tendría una labor ardua para captar el voto femenino, en especial de las mujeres jóvenes que en gran medida se inclinaron por el rival de su partido, Bernie Sanders». En la elección general, «los analistas señalan que la brecha de género en realidad favoreció —contra la tendencia general— al ganador Trump». Las mujeres blancas con educación universitaria votaron por Clinton (51% contra el 45% del republicano). Sin embargo, el 62% de las electoras sin grado universitario se decantaron por Trump, dice Perasso.
México postuló a mujeres para la presidencia antes que en Estados Unidos. Empero, la participación de Rosario Ibarra (1982), Cecilia Soto (1994), Marcela Lombardo (1994) y Patricia Mercado (2006) en las elecciones fue simbólica, pues sus partidos eran marginales. La candidatura de Josefina Vázquez Mota naufragó desde un principio debido a las divisiones en el PAN, el mal desempeño de Vicente Fox y Felipe Calderón en la presidencia y un acuerdo entre bastidores con el PRI para facilitarle la elección a Enrique Peña Nieto. La jerarquía panista traicionó a Vázquez. Fox apoyó abiertamente a Peña.
Si Claudia Sheinbaum (Morena), Xóchitl Gálvez o Beatriz Paredes (PAN-PRI-PRD) son las candidatas, las mujeres romperán al fin el el techo de cristal. En América Latina, las primeras en hacerlo fueron Violeta Barrio (Nicaragua), Mireya Moscoso (Panamá), Laura Chinchilla (Costa Rica), Michelle Bachelet (Chile), Cristina Fernández (Argentina) y Dilma Rousseff (Brasil). Sheinbaum tiene de su parte la estructura de Morena y de la 4T. El PRI perdió la suya y el PAN nunca la tuvo.