Miles de familias mexicanas acudieron a los cementerios del país para decorar las tumbas y esperar la llegada de las almas de sus difuntos con motivo del Día de Muertos, una tradición interrumpida el año pasado por el cierre de los panteones por la pandemia de COVID-19.
A raíz de la pandemia de COVID-19, que ha dejado casi 300 mil muertos confirmados en México, las autoridades mexicanas pidieron el año pasado a la ciudadanía celebrar en casa y en grupos reducidos el Día de Muertos, que fue declarado día de luto nacional por el presidente.
Muchos cementerios cerraron entonces para evitar aglomeraciones, pero este año, gracias al avance de la vacunación, regresaron las actividades públicas por el Día de Muertos.
El Día de Muertos, declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, nace de la sincrética relación entre la visión prehispánica de la muerte y las costumbres católicas.
Desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre, los mexicanos esperan la llegada de las almas de sus difuntos para convivir con ellos durante la noche en cementerios o en ofrendas hechas en casa con la comida favorita de los que partieron.