Cuando Angela Merkel posó por primera vez ante la cámara de Herlinde Koelbl, tenía 37 años. Daba la impresión de ser accesible y nada complicada. «En nuestra primera sesión fotográfica, en 1991, todavía era un poco tímida, miraba desde abajo a la cámara. No sabía muy bien qué hacer con sus manos o sus brazos”, cuenta la fotógrafa.
Según Koelbl, los cambios en el lenguaje corporal de Merkel en los primeros ocho años fueron «extremos”. Afirma que nunca buscó la figuración pública, sino que simplemente aceptó que su trabajo conlleva ser fotografiada. También destaca que Merkel nunca se entrometió en la selección de las fotos ni intentó controlar ninguna parte del proceso.
El historiador Paul Nolte comentó acerca de Koelbl que en las fotos de Merkel se expresa la ambivalencia entre su mirada constante y el cambio en su lenguaje corporal. A su juicio, las fotografías «reflejan la era Merkel”: la estabilidad y continuidad, pero también las convulsiones de la Alemania reunificada.
(er/cp)